miércoles, 14 de noviembre de 2007

hasta luego


¿Cómo estás? Hace tiempo que no te lo pregunto. Y no me refiero a un simple: “hola, ¿cómo estás?”, de pasada, sino a una pregunta reflejo de un interés verdadero. Tal vez el interés ha desaparecido delegado en alguien que se muere por ti y lo dejó todo para estar contigo, mi gran amigo.
Pierdo una responsabilidad que ya me pesaba, siendo mezcla de alivio y culpabilidad lo que siento, mi gran amigo.
Creo que ya tenía ganas de perderte.
A veces me da pena.
Cuantas tardes de risas sin ton ni son, no hacía falta mucho para divertirsnos, el paso del tiempo juntos los dos, era suficiente.
Ahora ya no.
No te necesito aunque te quiero con locura y reconozco que te echo en falta… de vez en cuando.
Demasiado egoísmo a la defensiva.
Necesitaba un relevo.
Al fin entiendo cómo eres y te acepto tal cual, un poco más lejos, pero tal cual… que te aguante otro mejor, no me da la gana ser más la incondicional.
La incondicional que fui hasta aquel día que intenté hablarte y me callaste con un jarro de agua fría. Congelaste mi amistad y yo intercambié los papeles, acción-reacción, ahora la egoísta soy yo porque serte de otra manera no me sale.
Puede que notes el cambio, puede que no.
Las palabras, en este punto, están de más.
Seguimos riendo igual cuando se tercia.
En ocasiones, de tarde en tarde, el paso del tiempo juntos los dos es suficiente.
Compartiendo pequeños ratos y algunos favores.
Y te quiero con locura. Mucho.
Pero tú ya no sabes quien soy.

lunes, 12 de noviembre de 2007